Vall de Nuria.
Pero fue Daniel Goleman con su libro Inteligencia Emocional quien lo popularizó y convirtió en un betsseller, refiriéndose a las siguientes habilidades: Capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el desempeño a pesar de las posibles frustraciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera, de controlar los impulsos, diferir las gratificaciones, de empatizar y confiar en los demás.
La inteligencia se ha entendido tradicionalmente como un factor general asociado a la capacidad de aprendizaje y de éxito en la vida, medido a través del Cociente de Inteligencia y que tiene las características de ser genético e invariable.
Solo por citar un ejemplo adecuado a nuestro tema, podemos recordar la diferenciación de Gardner de 7 tipos de inteligencia: verbal, lógico-matemática, espacial, musical, cinestésica, interpersonal, intrapersonal. Señala este mismo autor cómo en Estados Unidos, en la mayoría de las escuelas se sigue cultivando exclusivamente los dos primeros tipos de inteligencia: la verbal, y matemática, al menos consciente y premeditadamente.
Por otra parte hablar de inteligencia emocional nos recuerda que durante mucho tiempo la inteligencia ha sido lo contrario a las emociones. Los especialistas coinciden en establecer un pequeño grupo de emociones básicas, de las cuales surgen por combinación todas las demás y que son: el placer, el dolor, el amor, la tristeza, el odio, la ira, el miedo y la culpa.
Las emociones están en la base de todas las habilidades que como hemos comentado forman parte de la inteligencia emocional: las habilidades sociales, el control de la agresividad, la resolución de problemas, el manejo del estrés.
Hay una parte del cerebro que podemos llamar el cerebro emocional, más antiguo que la parte más propiamente intelectual; se compone principalmente por el denominado sistema límbico en el que destacan las estructuras denominadas tálamo y amígdala; la primera encargada de procesar emocionalmente toda la información sensorial que llega al cerebro, vigilando la presencia de alguna estimulación emocionalmente significativa.
La segunda es la encargada de la memoria emocional y del aprendizaje emocional. Cuando el cerebro emocional detecta un estímulo emocionalmente significativo, pone en marcha la respuesta emocional a través de la acción de los neuropéptidos, que liberados en el torrente sanguíneo activan la respuestas fisiológicas asociadas a la emoción. El funcionamiento de todo el sistema es previo al procesamiento por el cortex, consciente y racional, y a veces de tal intensidad que produce el fenómeno llamado por Goleman secuestro emocional; origen de múltiples tragedias.
Dos conclusiones:
· La primera se refiere a fundamentar la comprensión de las emociones propias y ajenas más en el conocimiento del lenguaje no verbal (el gesto, la postura, la expresión facial, el tono, de voz, la mirada...) más universal e importantes, que en las manifestaciones verbales. Conocer y comprender estos aspectos no verbales es la vía más directa para captar y hacer consciente las propias emociones, lo que en sí mismo supone empezar a controlarlas y cambiarlas.
· La segunda conclusión se refiere a que la modificación de la respuesta emocional es fruto esencialmente de la práctica y su ejercitación , antes que de la reflexión verbal. Conclusión que nos advierte de intentar modificar comportamiento emocionalmente desajustados a través de la reprimenda, el discurso, el sermón... lo importante es practicar respuestas adaptativas, aumentando progresivamente su probabilidad de aparición en el momento oportuno, hasta llegar a convertirse en la respuesta natural del sujeto, algo que cuanto antes se enseñe, más "natural" llegará a ser.. Dentro de la importancia del entrenamiento, hay que destacar la del entrenamiento por modelado o aprendizaje vicario, que recuerda a padres y profesores que su ejemplo la mejor herramienta de desarrollo emocional de hijos/as y alumnos/as.
Ciervo en el Puigmal.
Como evidencia podemos presentar el estudio de Kogan sobre la evolución del temperamento tímido de los niños al nacer en función de las pautas de crianza de sus madres. Demostrándose que madres que rechazaban ser proteccionistas, mostraban su empatía, pero sin reforzar llantos y preocupaciones de sus hijos y establecían límites firmes e insistían en la obediencia, conseguía que sus hijos desarrollasen un carácter sociable y por tanto, conseguía modificar el desarrollo de su cerebro, por contra lo niños tímidos criados de manera proteccionista, seguían siendo tímido años después con todas las complicaciones que esto acarreaba.
Las formas de conducta concretas de afrontar la situación tienen que ser aprendidas y socializadas; cuando comprendemos que las habilidades de la inteligencia emocional han de ser enseñadas preferentemente desde la infancia, porque su desarrollo y mantenimiento no son fruto de algún fenómeno espontáneo, sino de la intervención consciente y planificada de los agentes educativos.
Como evidencia podemos presentar el estudio de Kogan sobre la evolución del temperamento tímido de los niños al nacer en función de las pautas de crianza de sus madres. Demostrándose que madres que rechazaban ser proteccionistas, mostraban su empatía, pero sin reforzar llantos y preocupaciones de sus hijos y establecían límites firmes e insistían en la obediencia, conseguía que sus hijos desarrollasen un carácter sociable y por tanto, conseguía modificar el desarrollo de su cerebro, por contra lo niños tímidos criados de manera proteccionista, seguían siendo tímido años después con todas las complicaciones que esto acarreaba.
Las formas de conducta concretas de afrontar la situación tienen que ser aprendidas y socializadas; cuando comprendemos que las habilidades de la inteligencia emocional han de ser enseñadas preferentemente desde la infancia, porque su desarrollo y mantenimiento no son fruto de algún fenómeno espontáneo, sino de la intervención consciente y planificada de los agentes educativos.